miércoles, 24 de abril de 2013

18/04/2013 por Rodrigo Valdés Aguirre

Puede caerse el amor un día y estallar ante todo un cielo fuego rojo. Pero no voy apagar silencios, cruzando las fronteras para ser el mismo universo. Nuestras miradas, nuestros retratos son la huella de un inconsciente colectivo, los deseos, los recuerdos y el propio instinto. Nada cambiara las palabras para mañana, ni lo mustio , ni la bruma serena y perfecta que abraza como el otoño pronto el olvido. Consigo un latido pendiente, una llamada insonora, hasta cuando la ciudad en la quietud callada, callada. Y vienes a mi alma con un regocijo más de las palabras. Te escondes en el abismo perfecto. ¿ Que voy hacer cuando este en la Capital, no sé en verdad, que harás tú? . Mi última sinfonía que descubro en la arena desierta, de tus crónicas marcianas, perdida y distante es la ausencia de cada mañana.

Autor
Rodrigo Valdés Aguirre



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