viernes, 30 de agosto de 2013

-Señales Del Campo, escrito por Juan Manuel Díaz

Cuando las señales se enciendan en los campos de las losas
Desprende entonces el verdor de las estacas rampantes
La religión del eucaliptus celebra una misa incubadora
El amor se sale de su reino y, en una maniobra y después otra,
Con sus pies descalzos firmes se interna en el festejo de los árboles
¡Cómo me gusta ver las rocas residiendo en la risa de los cerros!
Ah, la festividad se sale de sus marcos y revienta contra el sol
Oh, el tablero de ajedrez con sus piezas vivas imprime la silueta
Contra el pasto y el niño acostado sobre él, despidiendo los remeros
Aunque, claro, todo esto sucede sólo una vez en el delirio del estanque
Cuando las señales se encienden en el campo y ya es de noche.

-Disolución, poema escrito por Juan Manuel Díaz

Se va la infancia un día, repartida entre petardos
Dejando una sombra tras de sí al más mínimo paso en falso
Se retiran las visiones debajo de la almohada renunciante
Las revistas del estante disuelven sus miradas en un cubo de basura
Corre la consciencia dilatada a vomitar en una caja de juguetes rotos
Marchando se evapora la inocencia, el tacto etéreo y los huesos ahumados,
La infancia crece en un cassette cuya cinta une los dedos aislados
La visión del Universo es comprimida en un juego de Nintendo
Un niño de largas barbas blancas dicta la sabiduría de los juegos
En las paredes de la escuela están grabados los secretos de la ruina
Mirar más allá se vuelve pecado bajo el sol también infante
Lo cierto es que se va la niñez por el oído derecho sin aviso de retorno
A anidar en el Cristo penitente decorado en el cerebro,
Se va la infancia y sus petardos que hacen eco en el espíritu
Ahuyentada por los péndulos primarios del chakra Muladhara
En el descubrimiento de la menstruación de la tierra sólida
Un paso en falso capaz de derribar la corona de metales orinados.

El niño se orina en la cama y su altar está inconcluso
El joven eyacula y su reino está incompleto
El hombre guarda sus miedos y su vida no comienza
El anciano no ve la luz y su muerte se burla en el cajón.

Se va la infancia, tal como se va el último día del primer día de gestación.

-Encuentro, escrito por Juan Manuel Díaz

Éramos dos agujas en el abrazo cúlmine de un reloj de arena
Éramos las gotas que resbalan en la mejilla de campanas rotas
Fuimos el rumor que se extiende en la raíz de la libélula
Pensamos en la cascada del ojo flotante, en el puente que une la existencia
Éramos un niño y una niña reposando en un frasco de las Eras.

Porque fuimos hierba sembrada en las tardes de los Dioses
En un patio que recuerdo era invisible a los cristales
En esa atmósfera fuimos el zumbido de avispas tristes en un jardín nubloso
En esa hora eras una estrella fugaz que dejaba un rastro hecho de lágrimas
Y yo veía esa estrella mirando el horizonte incierto por la noche,
Éramos flauta y guitarra de escaldos y trovadores del exilio.

Fuiste el mar que desemboca en la mente de pirámide esculpida
Yo fui el rastro que talla el aire en la roca de las costas
Fuimos una nave que zarpó en aguas y anillos de planetas
Éramos chispas de un incendio de los bosques
Fuimos personajes en el libro de algún dramaturgo solitario.

Porque éramos, y hoy somos,
Se nos arranca el vuelo y nos fundimos en la corteza subterránea
Somos el barco que se aleja hacia lugar desconocido,
Lugar que éramos y fuimos, que somos y seremos
Éramos el salto de un insecto bajo el árbol, y hoy somos un Espíritu viajero.

Mañana seremos, ¿qué seremos? ¿Y ayer qué éramos?
Éramos dos agujas en el abrazo cúlmine de un reloj de arena
Éramos el salto de un insecto bajo el árbol, y hoy somos un Espíritu viajero.